miércoles, 2 de febrero de 2011

Crónica de la desesperanza.Carlos Orellana(1950-?)

                                                     I
A las doce y treinticinco de la madrugada los médicos me despertaron:todo había concluido.
Jueves 17 de octubre de 1979:los brujos de la tribu
se marcharon cabizbajos y emprendieron la huida por un 
                                                                         ascensor.

Insomne penetré en el recinto donde reposabas.
Las sábanas blancas y la serenidad blanca de la enfermera:
toqué tu mejilla por curiosidad.Estaba tibia.
Recordé a Paul Chauchard:"La muerte no será completa
sino cuando haya muerto la última de las millares de células
vivas que componen el hombre o el animal moribundo(1)"

¿Cuánto de tí estaba de esta orilla?Que importaba ya.
Allí estabas:humilde y manso en la cama/y sujeto a la
inclemencia de la venganza parca.(2)
Cogí el teléfono y el tam-tam se dejó escuchar en medio de
                                                              la ciudad dormida

En la tarde del día anterior era aún un viejo
y diestro guerrero malherido,te acompañaban los severos
rostros de los Tíos y sobre tu cabeza giraban
todos nuestros males.Fueron esa tarde
invocados el Dios del Agua y el Dios del Fuego,pero la 
                                                                                   junta
de médicos dijo que ya nada
se podía hacer a pesar de los quimioterápicos norteameri
                                                                                  canos
y los avances extraordinarios en la lucha contra el cáncer.
(Desciende,pues,oh,padre,a las profundidades;
mi corazón contigo desciende más yerto y frío).

                                                II
Habías cumplido los sesenta los sesenta y habías exclamado:
-Recién empiezo a vivir.
Sin embargo algo había en tí que no me gustaba
y era esa melancolía de los fines de semana,esos
cambios de humor.

Acaso la muerte había dejado su tarjeta discretamente
y tú lo sabías y calculabas,obstinado y solo,
cuántos veranos,cuántos otoños.
Siempre fuiste así?
Sin embargo no te perdono el coraje.
-Recién empiezo a vivir-mentiste
Y todos te creyeron porque tus mejillas ardieron
una alegría falsa.
Falsa como una helada primavera.
¿Qué hiciste con nuestra ración de muerte?
¿Qué hiciste?


                                                    III
El planeta gira y giran las aves.
El sol está allí arriba.
Aún.
Parece un gran ojo rector de palideces
vulnerables.
Te sigue el cortejo,los guerreros y sus mujeres
y hasta sus críos,
con sus mejores atuendos.
Tu muda cabeza,tus mudos miembros
entre flores y plegarias van.
Un guardia civil detiene el tráfico
y avanzamos entre el smog;
parecen mil carneros ofrendados 
a Vulcano,pero no es
otra cosa que la combustión de mil
infernales máquinas.
Quizá este sea el Averno.   

(1)Paul Chauchard: LA MUERTE.
(2)Anónimo:POEMA DEL MIO CID.

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